Francis Ferreira
Lunes, 25 de noviembre de 2024
Francis Ferreira
Director General de Euromaster para España y Portugal
Lunes, 28 de septiembre de 2020
La manera en la que nos movemos está cambiando. Si antes la gran mayoría escogía el coche para sus desplazamientos, ahora nos encontramos en un momento de plena ebullición de opciones de movilidad con el pretexto de la sostenibilidad, de temor del Covid en los transportes públicos y/o por el cuidado del medio ambiente, especialmente en zonas urbanas.
Desde bicicletas a motos eléctricas, pasando por el patinete, todo más o menos compartido, de repente la movilidad se ha convertido en un ecosistema y, como no puede ser de otro modo, afecta al taller. La pregunta es ¿debe el taller seguir centrándose solo en coches? ¿o abrimos la mano para adaptarnos a los cambios en la movilidad y empezar a dar servicio a estas nuevas fórmulas y a sus usuarios? Porque también tendrán necesidades de mantenimiento y reparación.
Por poner un ejemplo, una bicicleta urbana, sometida a un uso intensivo, y que puede llegar a hacer unos 4.000 o 5.000 kilómetros al año necesita un mantenimiento y un seguimiento para comprobar y garantizar que ninguna pieza está muy desgastada, de igual manera que en este tiempo debe cambiar al menos tres veces los neumáticos para que estén en buenas condiciones.
De esta manera, el taller se encuentra ante un momento de inflexión entre seguir con su actividad tradicional o convertirse en una empresa de servicios para la movilidad, que es un cambio de filosofía muy grande, porque se deja de poner el coche en el centro del negocio, para situar al usuario en su lugar, siendo un aliado para garantizarle sus desplazamientos en la gran cadena de la movilidad sea cual sea la fórmula que elija para cada eslabón o trayecto de esa cadena.
Aquí hay además una buena oportunidad para los muchos talleres de ciudad que en algunos casos incluso pueden sentir amenazado su futuro ante los cierres urbanos a los vehículos diésel o gasolina. Por mucho que las ciudades pongan coto a los vehículos de combustión interna, los ciudadanos siempre tendrán varias alternativas para desplazarse en medios mecánicos y ahí está el foco de negocio de futuro para estos talleres, o para emprendedores alejados de este mundo pero que les apasionan las dos ruedas, llámese moto, llámese bicicleta (tradicional o eléctrica) o patinete.
Y es que, si bien tendrán que tener personal cualificado y especializado, se requerirán emprendedores con visión comercial y mucha pasión, que desarrollen un buen CRM con los clientes, que apuesten por un marketing de última milla y que tengan mente abierta y flexibilidad para detectar nuevos servicios a los que ya ofrecen.
En definitiva, el ecosistema urbano está cambiando en las calles españolas, de momento visible en las carreteras y toca el turno ahora de hacer lo propio en las aceras, en los locales comerciales. El taller tiene futuro, pero las cosas no serán como siempre. Es hora de transformarse.
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Créditos d: Alex Guimerà & d: Marc Perez