Paco García
Lunes, 25 de noviembre de 2024
Paco García
Director Internacional de Tiresur
Martes, 03 de mayo de 2022
Hace ya mucho tiempo que venimos hablando de conceptos que son perfectamente conocidos por la mayoría. No nos cansamos de enumerar los retos del sector, los desafíos del canal, las bondades de la nueva movilidad o las oportunidades que se van a generar con proyectos que son ya una realidad, como es el caso del vehículo eléctrico.
Mucho se ha comentado ya sobre estos asuntos, por lo que estoy seguro de que el debate permanecerá durante un tiempo. Sin embargo, hay otro concepto que, quizás, pasa un poco más desapercibido para algunos, tomando relevancia especialmente en estos años tras la crisis del Covid, y que nos transporta a un nuevo escenario de trabajo en donde conviene estar prevenido y, en la medida de lo posible, bien posicionado.
Se trata del agente regulador, definido por la RAE como "las acciones, instrumentos, normas, obras y en general todo aquello destinado a proteger a las personas, bienes, infraestructura estratégica, planta productiva y el medio ambiente, a reducir los riesgos y a controlar y prevenir los efectos adversos de un agente perturbador". Si algo hemos vivido en estos últimos tiempos han sido las amenazas de mil y un agente perturbador en forma de pandemia con sus olas, ya van seis, crisis logísticas, erupciones volcánicas, cierres y ceses de actividad, una guerra y la crisis de suministros con los anuncios continuados de incrementos de precio como consecuencia inmediata.
También hemos visto cómo los distribuidores, entre los que Tiresur ocupa una posición privilegiada, han asumido este rol entre sus funciones básicas de funcionamiento dado que el distribuidor es el agente que garantiza la disponibilidad ante los vaivenes productivos de los fabricantes. El distribuidor es, también, el mediador que estabiliza el precio en el mercado frente a los anuncios de los movimientos, últimamente alocados y alarmantes, alcistas de las tarifas. El distribuidor es el experto en la última milla y en la garantía del nivel de servicio que el cliente ha demandado y que necesita de un posicionamiento de producto cercano y certero. El distribuidor tiene como fin último la satisfacción de su cliente y, por eso, trabajará con todos los medios a su alcance para lograr ese objetivo.
Ha sido con el inicio de la pandemia y con los cambios bruscos en esa estructura de mercado que pensábamos inalterable, eterna y segura, cuando la distribución se ha vuelto a reivindicar como pilar fundamental del sector. Los excelentes resultados cosechados en estos ejercicios son la mejor muestra de ello, pero, a pesar de todo, esta nueva dimensión de la distribución no está exenta de riesgos. El nuevo rol que el mercado nos otorga requiere de importantes mejoras que debemos conocer para asegurar nuestra viabilidad.
Ahora más que nunca la digitalización, la optimización de procesos, el control de las estructuras de costes y la profesionalización en general de toda nuestra cadena de valor serán las ventajas competitivas que nos permitirán, de la mano de una rentabilidad saludable, continuar reforzando nuestra posición. Y sí, volvemos a hablar de la rentabilidad, porque, entre todos estos agentes perturbadores, también existe el de la guerra de precios sin cuartel y, hoy, mantener ese nivel de stock y cercanía adecuado es, de media, entre un 20% y un 40% más costoso que hace un año, lo que pone en tensión nuestras capacidades y a prueba nuestros modelos de negocio.
Cuando las expectativas de crecimiento económico se revisan a la baja, cuando la inflación se dispara a niveles alarmantes, cuando los costes de carburantes, energía y productos básicos experimentan subidas no vistas desde hace décadas llega el miedo, el peor enemigo del mercado, y, para evitar todo esto, debemos hacer lo que mejor se nos da: regular.
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Créditos d: Alex Guimerà & d: Marc Perez